
El Cerebro fabrica historias falsas si le resulta útil para la supervivencia.
Francisco J. Rubia ilustra diciendo “El Cerebro fabrica historias falsas si le resulta útil para la supervivencia. Si en una selva vemos entre las ramas una franja anaranjada con manchas negras, es posible que tengamos la imagen de un tigre”, posiblemente luego no lo sea, pero en ese contexto la supervivencia pasa porque el cerebro pueda encontrar tigres dónde no los hay. Si estos mismos colores se ven paseando por la Castellana, el cerebro en su primera impresión construye otra imagen. Para este fisiólogo, “la realidad que vivimos es una realidad ficticia no tan sólo desde el punto de vista de los acontecimientos, sino desde el punto de vista también de nuestra capacidad neurológica”.
El cerebro no está diseñado para advertir la realidad, el cerebro no tiene como principal objetivo el conocimiento, el cerebro está diseñado para conseguir la supervivencia y la adaptación al medio, por lo tanto, para el cerebro es más útil una historia plausible que la propia realidad. La realidad exterior poco importa desde el punto de vista de la función cerebral. Lo que interesa al cerebro es cómo puede utilizar esta realidad para la supervivencia del organismo.
Para sobrevivir, al cerebro le es mejor tener una información completa, aunque sea en parte falsa, que no tener información. Todo esto se sostiene neurológicamente ya qué los axones que quedan intactos y bordean a una sinapsis dañada se ramifican de nuevo para ocupar el lugar sináptico que queda libre, aunque es indudable que está información que llega por los nuevos axones es completamente distinta a la que llegaba antes por los axones que ahora están lesionados. Lo importante para el cerebro es que la información no falte, aunque parte de ella no sea exacta.
Para el cerebro la información falsa es mejor que ninguna. El cerebro va integrando la relación con el exterior, va prescindiendo del entorno y se fía más de sí mismo que del mundo que le rodea.
Cuándo se ejercitan con el pensamiento y la imaginación movimientos o tareas (deporte, estudios), después se realizan mejor. Tener miedo a tener miedo, estar depresivo o ser la persona más optimista de la tierra es en la mayoría de las ocasiones consecuencia de los autoengaños, y cómo indica la segunda premisa el autoengaño persigue que se siga vivo. La diferencia es que algunas de estas maneras de supervivencia crean sufrimientos, y otras ayudan a poder disfrutar.
Estudios cómo los de los psicólogos estadounidenses Justin Kruger y Dan Dunning demuestran que aquellas personas más ineptas e incompetentes son los que más tienden a sobrevalorar sus aptitudes, y lo que es más importante incluso consiguen convencer a otros de lo aptos que son, y es más, cuándo algunos de estos individuos se enfrentan con la realidad de su ineptitud, tienen dos salidas: deprimirse si admiten que no son aptos, o la paranoia, interpretando que son el resto de los mortales los que han fracasado o que su fracaso se ha producido porque alguien los empujó a ello, cuándo no se convierten en víctimas de terceros. Es habitual escuchar si se suspende un examen: “es que el profesor me tiene manía”.